La oracion sin obras es muerta

Por: Diego Díaz (PA. De la Uad)

Ilustración:

Un día, su hermano mayor construyó una pequeña trampa para cazar gorriones, y a la niña le pareció muy repugnante. Sintió pena por los pájaros que pudiese cazar y se enojó con su hermano por lo que estaba haciendo. Cuando él se negó a responder a sus discusiones y ruegos, ella le informó a él y a toda la familia: “Voy a orar por esto”.

Tres noches después, su rostro estaba radiante mientras oraba a la hora de acostarse, expresando con absoluta fe su seguridad en que las trampas no iban a funcionar, y que ningún pájaro sería lastimado. Luego de terminar su oración, le preguntó su madre: “Hija, ¿cómo puedes estar tan segura de esto?”

La pequeña sonrió y dijo: “Porque salí hace tres días y rompí la trampa a patadas.”

Aunque sería poco sabio tomar todas las cosas en nuestras manos, ¡siempre lo será comenzar por poner todo los asuntos en las manos de Dios!

Ora como si todo dependiese de Dios y trabaja como si todo dependiese de vos.

Texto:

Santiago 2:26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Mi oración tiene vida cuando determino tener una actitud de que voy a alcanzar en Dios todas sus promesas.

La acción que da vida a la oración es mi cambio de actitud y de ánimo.

Nuestra fe es el disparador que le da poder a la oración.

Es tan importante para Dios la confesión de fe, que en el libro de Ro.cap.10 dice: Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor…El hombre alcanza la salvación cuando lo confiesa con su boca, no le alcanza solamente con rezar…
Hay un cambio de actitud que convierte la oración simple en poder de Dios.

Creer verdaderamente no es sólo un acto del entendimiento, sino una obra de todo el corazón.


Conclusión:

Cada uno debe vivir como amigo de Dios o como enemigo de Dios. Vivir para Dios, que es consecuencia de la fe, que justifica y salvará, nos obliga a no hacer nada en su contra sino a hacer todo por Él y para Él.